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miércoles, 13 de febrero de 2013

Ésta es la segunda entrega de la reseña histórica de Martin Lutero.

  Ésta es la segunda entrega de la reseña histórica de Martin Lutero.

La salvación por gracia y por la fe
Desde su juventud, Lutero tenía miedo al juicio de Dios. Aunque no había cometido ningún pecado obvio, estaba muy consciente de las pequeñas faltas en palabras, pensamientos y
comportamiento, que suceden en la vida diaria. El hizo muchos intentos de vencer estas malas inclinaciones, pero su conciencia seguía condenándole. A veces hasta pensaba que estaba predestinado para el infierno; porque si no fuera así, ¿seguramente Dios le permitiría vencer las tentaciones?
Su amigo Felipe Melanchthon escribe acerca de Lutero como monje joven:
"A menudo grandes terrores le asustaron repentinamente, mientras reflexionaba más intensamente acerca de la ira de Dios y los ejemplos de Sus castigos; de manera que casi se volvió loco. Y yo mismo le vi, cuando fue vencido por la tensión en cierto debate acerca de la doctrina, acostarse en la celda del lado donde repetidamente oró sobre la idea discutida y lo resumió todo bajo pecado, para ser perdonado por todo. El sentía estos terrores desde el inició, o más agudamente en aquel año porque perdió a su compañero que murió en un accidente."
"El joven Martín Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas. Se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados." (Fuente: Wikipedia)
Lutero dedicó mucho tiempo a examinar su propio corazón, y a confesar todos los pecados de ira, odio y envidia contra otras personas; pero dijo desanimado: "Cuanto más uno intenta lavar sus manos, más sucias se vuelven." Y por más que recibía absoluciones y hacía penitencias, siempre se quedó con la pregunta inquietante: ¿Quién me puede garantizar que realmente he cumplido con todas las condiciones para recibir perdón?
Así seguía buscando una respuesta a esta pregunta tan importante: ¿Cómo puede un pecador alcanzar la salvación eterna? ¿Cómo puedo alcanzar la gracia de Dios?
El verso clave en la vida de Lutero fue 
Romanos 1:17:
"Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá."
Según su entendimiento, "justicia de Dios" podía solo significar que Dios, en Su justicia, tenía que castigarle por sus pecados; porque él, Martín Lutero, no era justo. Se quedó intrigado por la pregunta: ¿Cómo puedo volverme justo?
En 1511, Lutero fue enviado por su orden con un encargo importante a Roma. Este viaje le dio la oportunidad de ver el centro de la iglesia católica romana con sus propios ojos. Cumplió con todos los deberes de un peregrino y visitó todos los lugares "sagrados", y esperaba de esto conseguir alivio para su alma
                                                                                                                                        
Subió de rodillas las "gradas de Pilato", porque el Papa había prometido una absolución especial a todos los que hicieran esto. Pero mientras estaba en medio de esta penitencia, fue como si una voz del cielo le hablase estas palabras que todavía no entendía: "Mas el justo por la fe vivirá."
Todavía no encontró el perdón de Dios que buscaba. Pero le chocó la inmoralidad y corrupción que tuvo que observar en Roma. Se encontró con altos dignatarios de la iglesia que llevaban una vida inmoral y que hacían bromas acerca de las verdades de la fe. Encontró que muchos sacerdotes trataban la misa como cualquier quehacer diario, no mostraron reverencia sino al contrario la ridiculizaban. Regresó muy decepcionado; pero aun así, todavía no se atrevía a dudar de la autoridad del papa y de la jerarquía.
En 1512 recibió el doctorado y fue llamado a Wittenberg como maestro de la teología. En aquel tiempo, los teólogos sabían mucho de las obras de otros teólogos, pero poco de la Biblia. Lutero, en cambio, se dedicó completamente al estudio y la explicación de la Biblia.
Mientras estudiaba y enseñaba acerca de la carta a los Romanos, llegó finalmente a comprender las palabras "Mas el justo por la fe vivirá.": No se trataba de ser justo uno mismo, para llegar a la fe. Al contrario, la fe era lo único que era necesario para volverse justo. "Cree, y serás salvo." - "Justicia de Dios", para el que realmente cree, no es castigo; mas bien es la justicia que Dios da gratuitamente a todo aquel que cree. Este es el verdadero mensaje del evangelio, que había sido olvidado por tantos siglos, hasta que Lutero lo trajo nuevamente a la luz.
Lutero dijo acerca de este descubrimiento:
"Antes de comprender estas palabras, yo odiaba a Dios, porque él nos asustaba a nosotros pecadores por la ley y por la miseria de nuestra vida; y no suficiente con esto, todavía empeoraba nuestros tormentos por el evangelio. Pero entonces comprendí por el Espíritu de Dios las palabras: 'Mas el justo por la fe vivirá.' Entonces me sentí como nacido de nuevo, como un hombre nuevo. ¡Entré por puertas abiertas directamente al paraíso de Dios!"








 Matrimonio. En pleno conflicto campesino, en 1525, Lutero contrajo matrimonio con una exmonja cisterciense de clausura, Katharina de Bora, con la que tuvo seis hijos. Tras la boda, el príncipe de Sajonia le regaló el antiguo convento de los agustinos en Wittenberg, donde junto con su mujer abrió una pensión para estudiantes y siguió incansable con su producción literaria con vistas a apuntalar la Reforma en todas las partes posibles y a defenderla de todos los ataques provenientes tanto desde la Iglesia de Roma como desde dentro del propio movimiento reformador, en el que los anabaptistas y otros reformadores (Zwinglio, Calvino y Knox) intentaban separarse de las doctrinas luteranas. En la imagen, retrato de Katharina de Bora.

Extraído de "Hijos del Altísimo"
                                                                       

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