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jueves, 10 de enero de 2013
Esclavo
Le sobraba tiempo...le faltaba espacio. Su mente dormida galopaba apenas para mantenerse. Entre su sangre afiebrada y la agonía esquiva que le mezquinaba su justo reparo. Murmuró un intento de tonada negra para embriagar su boca con sabor a barro y sonido de hambre. Pero chocó de frente con sus labios secos partidos a gajos. No hubo ni una sola hormiga que faltó a la cita. Todas se ensañaron con la carne magra, indefensa y fría.
Hizo lo posible por morirse para estafar a la tortura y conservar ése hálito de alma esclava y libre.
Finalmente fue posible gracias a un ángel negro que se posó en el cepo y mientras le cantaba un arrullo increíble le arrebató su hombre al negrero torpe.
Nadie lo lloró la mañana después. Pasó por la Tierra como un viento de arena que cubre las huellas de un Cristo olvidado. De una Cruz vacía...
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